Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 11 de enero de 2016

134) Sobre los falsos nacionalismos

Sobre los falsos nacionalismos.

Manu Rodríguez. Desde Europa (11/01/16).


*


*Diré algo en primer lugar sobre aquellos españoles que sin ser vascos o catalanes combaten a favor del nacionalismo vasco o catalán. Algunos han llegado incluso a matar, en nombre del ‘pueblo’ vasco, a ciudadanos gallegos o andaluces.
¿Por qué lo hacen? Son hijos de emigrantes andaluces, gallegos, extremeños, castellanos… Al parecer no soportaron que se les mirara con desprecio o que se les llamara txakurras (perros, en vasco) o charnegos (perros, mestizos, extranjeros… en catalán). Tenían que demostrar ser más vascos que los vascos, o más catalanes que los catalanes. Se aliaron entonces con sus verdugos, con aquellos que les insultaban (o les mataban) por el mero hecho de no ser vascos o catalanes. Y llegaron incluso a tomar las armas contra sus padres y hermanos gallegos, castellanos, extremeños, o andaluces (éste es el caso de los etarras no vascos que mataron en nombre del pueblo vasco).
Una vez posicionados en la militancia nacionalista nadie les echará en cara sus orígenes zamoranos, o su padre andaluz o aragonés… Nadie les llamará ‘perros’ (en catalán o en vasco). Esto es, parece, lo que pensaron. Son cobardes, son descastados, son, finalmente, sicarios.
Seres indignos que no sólo reniegan de sus orígenes (o de parte de sus orígenes) sino que usurpan, simulan una identidad nacional que no les pertenece, que  no es la suya.
Vemos engendros semejantes en los nacionalismos ‘radicales’ vasco y catalán. Defendiendo a ultranza  la independencia del País Vasco o de Cataluña.
Descastados, malnacidos, renegados. Cobardes. Pero también impostores que se arrogan una ‘nacionalidad’ que no es la suya. ¿Cómo creen ellos que  los vascos-vascos, o los catalanes-catalanes ven a estos falsos vascos o catalanes? Como impostores, sin duda.
Pero esta intromisión de los ‘no nacionales’ en las cosas propias tiene además lamentables consecuencias que afectan a los nacionalismos. Estos resultan desnaturalizados. Cualquiera, parece, puede participar en las reivindicaciones nacionalistas de vascos y catalanes.
El caso es que estos nacionalismos ya no sólo admiten a gallegos, andaluces, castellanos, aragoneses… entre sus filas, también encontramos a subsaharianos, magrebíes, o asiáticos. Aún podríamos  comprender la simpatía que un castellano o un aragonés pudiera tener por el nacionalismo catalán o vasco, pero la inclusión de africanos, asiáticos, o amerindios en sus filas me deja completamente estupefacto.
*El nacionalismo étnico ha desaparecido. Ésta parece ser la conclusión. Ciertamente no se sabría decir qué idea tienen de la nación estos nacionalismos que encontramos ya por toda Europa. Contamos con Partidos nacionalistas en Holanda, Alemania, Francia, España… que cuentan entre sus filas a extra-europeos.
Un movimiento nacionalista no puede ser no identitario, no étnico. Las naciones étnicas tienen siglos o milenios tras de sí. Estas identidades no pueden ser adoptadas. Se nace.
Es penoso que los independentistas catalanes, por ejemplo, busquen el voto emigrante extranjero (africano, asiático, amerindio…) para lograr sus propósitos. Es penoso verlos cómo venden su alma (sus señas de identidad) por un puñado de votos. Esta estrategia sin escrúpulos étnicos debería bastar para advertir su impureza y provocar su rechazo por los nacionalistas genuinos y consecuentes. Es una estrategia fatal, peligrosa, y suicida –desde el punto de vista étnico.
Si cualquiera puede ser catalán o vasco, o alemán,  o sueco, o francés… o chino… ¿Qué sentido tiene ser alemán, catalán, o finlandés…? ¿Es acaso la identidad nacional una mera idea, una ideología, un partido político al que cualquiera pudiera apuntarse?
Lo que sucede es que estos nacionalismos tramposos, para no ser tildados de fascistas o nazis, han adoptado las consignas ideológicas multiétnicas y multiculturales de los enemigos de los pueblos. Aquellas que nos vienen impuestas por las organizaciones internacionales (supranacionales). Temen que se les tilden públicamente de fascistas o nazis. Con estos términos el enemigo de los pueblos paraliza y enmudece a los movimientos identitarios. Y los nacionalismos de última hora han caído en la trampa del chantaje moral; han cedido, se han rendido a las exigencias del ‘sistema’.
Los nuevos nacionalismos europeos se desviven por los refugiados o los emigrantes que inundan nuestras naciones. El ‘sistema’ incentiva, ‘paga’ estos gestos de ‘humanidad’ tan contrarios, por lo demás, a los propios intereses étnicos y culturales.
En España, los extranjeros asiáticos, africanos, o amerindios reciben de los independentistas vascos y catalanes más consideración y respeto que el que recibieron nunca los emigrantes españoles en las Vascongadas o en Cataluña. E incluso, estos nacionalistas, no dudan en acusar de fascistas o nazis las (escasas) declaraciones nacionalistas o identitarias de los españoles no vascos o no catalanes. No sabría decir si éste es un caso de hipocresía, de cobardía, o de ambas cosas.
Pero, ¿cuál será el futuro de estas nuevas ‘naciones’? En realidad en nada diferirán de las naciones mestizas a que nos obliga el globalismo judeo-demo-liberal. ¿Para qué la independencia entonces? ¿Qué las diferenciará del resto de las naciones multiétnicas y multiculturales del futuro?
Estamos ante nacionalismos, y nacionalistas, insensatos, falsos, aberrantes; ante nacionalismos engañosos, tramposos, fraudulentos.
Ciertamente, cabe preguntarse qué hay detrás de estos falsos movimientos identitarios o nacionalistas que recorren Europa. Parecen movimientos organizados para destruir o desvirtuar desde el interior a las mismas naciones ancestrales –las naciones aryas europeas, la nación vasca…
Nacionalismos internacionalistas, universalistas –multiétnicos y multiculturales. Necesariamente incoherentes.  Una contradicción en sus términos. Una aberración, una monstruosidad.
La difusión de estos nacionalismos, en Europa, tiene todo el aspecto de una estrategia de destrucción de las naciones ancestrales europeas. Y la adopción, por parte de los políticos, de estos espurios nacionalismos, es una traición a los catalanes, a los vascos, a los gallegos… a los holandeses, a los franceses, a los italianos…
*Lo que hoy peligra es Europa, la milenaria Europa; la Europa de los pueblos ancestrales (de las patrias ‘carnales’). Perdemos el tiempo y la energía con estos separatismos que destrozarán a nuestras naciones y que, en último término, favorecen la estrategia de dominio del ‘sistema’. El resultado será multitud de pequeñas naciones débiles, aisladas, y enfrentadas con sus  hermanos de toda la vida. Es una manera de dinamitar a España, a Francia, a Alemania, a Italia… A Europa, en definitiva. Hay toda una estrategia detrás de estos movimientos nacionalistas de última hora.
El éxito de  estos movimientos separatistas dará como resultado numerosas pequeñas naciones enfrentadas. Pero además, pequeñas naciones multiétnicas y multiculturales. Téngase en cuenta que las poblaciones extranjeras aumentan cada día en Europa. Estas pequeñas naciones caerán, una tras otra, en manos extranjeras (extranjeras de verdad); en manos de subsaharianos, de magrebíes, de asiáticos… en virtud de nuestros regímenes democráticos.
Se da el caso que las fuerzas izquierdistas, progresistas, anti-sistema, internacionalistas y demás, se denominen como se denominen, están contribuyendo a la difusión de la destructiva globalización que estamos padeciendo los pueblos todos del planeta desde hace decenios (desde finales de la IIGM). Está claro que las consignas ideológicas de todos estos movimientos son las de la globalización en curso. Son como fuerzas del ‘sistema’; fuerzas destructivas con las que el ‘sistema’ cuenta. De ningún modo contradicen la ‘ideología’ del ‘sistema’. En cualquier caso, están colaborando en la destrucción de las naciones étnicas ancestrales europeas.
El ‘sistema’ es ahora un conglomerado de fuerzas destructivas que incluye a judíos, cristianos, musulmanes, comunistas, demócratas, anti-sistema, anti-fascistas… Ideologías básicamente internacionalistas, universalistas. Son los enemigos de los pueblos ancestrales. Que no nos engañen cuando dicen abogar por el derecho de los pueblos a decidir su destino. Estos pueblos ya están desvirtuados, desnaturalizados, y en manos ideológicamente del ‘sistema’; suscriben sin reservas las destructivas consignas multiétnicas y multiculturales del ‘sistema’. Y, por ello mismo, son pueblos o naciones que carecen por completo de futuro.
El futuro previsto, y deseado, es una masa salarial universal desarraigada y apátrida; un ‘proletariado’ carente de patria, como quería Marx, y como quiere la oligarquía financiera internacional. Libre flujo de capitales y mano de obra, de esto se trata.
Las patrias son un estorbo para todos los universalismos, sean religiosos, políticos, o económicos. El fin es la destrucción de las patrias ancestrales (carnales). La descomposición de las naciones-Estados actuales, en Europa y fuera de Europa, es el primer paso. Que no nos engañen.
Primero debilitar a las grandes naciones, destruirlas, dividirlas y enfrentarlas. El resultado será multitud de pequeñas naciones sin fuerza para resistir. Pero además, mezcladas, mixtas, mestizas; étnicas y culturalmente heterogéneas, sin una identidad (étnica y cultural) determinada.
Esto que digo es lo esencial en las estrategias de dominio del ‘sistema’.
En el futuro no habrá patrias ni naciones. Finalmente un mundo sin fronteras; un mundo a la medida de los deseos del ‘sistema’.
*Lo teníamos todo, el método y el camino –el nacional-socialismo étnico. Pero no era bueno para el ‘sistema’ (para los judíos). Por esto lo destruyeron.
Ahora no podemos defender nuestra identidad étnica abiertamente. No podemos seguir siendo lo que somos. Los movimientos identitarios y étnicos están proscritos y perseguidos –los auténticos, los genuinos. Ésta es la piedra de toque de su pureza. Siguen siendo peligrosos para el ‘sistema’. Son los únicos que ponen el peligro al ‘sistema’.
Nosotros queremos que Europa siga siendo europea. No queremos mezclas étnicas y culturales en nuestras tierras milenarias.
Necesitamos un nacionalismo europeo de raíces étnicas que incluya a las naciones milenarias europeas. No nacionalismos ‘ideológicos’ falsos e incongruentes que parecen diseñados para destruirnos.
Lo que necesitamos ahora es unidad; unidad y pureza, homogeneidad. Las claves son la etnia y la cultura. Que no nos engañen.
Exceptuando a vascos y finougrios, los pueblos aryas europeos deberíamos trascender nuestras pequeñas patrias y agruparnos en grandes bloques o ligas. Tendríamos las ligas de las naciones celtas, de las germánicas, de las eslavas, de las bálticas, de las neolatinas… más los helenos y los albaneses.
Cabe una liga de naciones étnicas europeas que incluya a las naciones aryas, a las vascas, y a las finougrias (finlandeses, húngaros, estonios y samis).
Recuperemos la sensatez. Volvamos a los orígenes. Seamos coherentes y puros. Cada cual con los suyos.
*Las autoridades y los representantes de los partidos políticos (de izquierda y de derecha), ante cualquier agresión de la población emigrante extranjera sobre la población europea (las recientes masivas violaciones y robos a mujeres en Alemania, Suiza, Austria, Finlandia…), no pierden tiempo en alertarnos acerca del peligro de las reacciones nacionalistas o identitarias. Es una constante. No importa, en ningún caso, la categoría del delito –intimidaciones, robos, violaciones, o asesinatos (recordemos las horribles masacres llevadas a cabo por musulmanes en nuestras ciudades, la última en París en noviembre del año pasado –con 130 muertos y multitud de heridos). Una y otra vez, el problema no es la numerosa población musulmana, extranjera, y hostil, residente en Europa, sino los movimientos nacionalistas europeos. Estos políticos e intelectuales bastardos, estos traidores, estos siervos del ‘sistema’, no pierden oportunidad para arremeter contra los patriotas europeos, para seguir demonizándonos, para seguir cerrándonos la única salida, el único camino que nos queda.
En Francia, tras la masacre, se puso en circulación  el ridículo slogan “Reza por París” (“Pray for Paris”). Yo propongo este otro: “Lucha por Europa”  (“Fight for Europe”).
Urge la revolución de los nativos, de los pueblos indígenas europeos aryas y no-aryas (finougrios, vascos); de los europeos milenarios. Un combate por Europa; por la Europa europea.
*
Hasta la próxima,

Manu

2 comentarios:

  1. A mi modo de ver, aún aislando el sesgo del flujo migratorio, interior, andaluces, extremeños, gallegos, etc; y exterior, subsaharianos, asiáticos, amerindios, etc. Estas dos zonas por si solas, vascongadas y cataluña, nunca han sido naciones por si solas, con lo cual no cabe hablar de nacionalismos, ambas han siido y son, regiones históricas pertenecientes a la nación llamada España. Hablando con propiedad, cabría hablar de regionalismos. En la base de estos movimientos independentistas tenemos la motivación economicista de reprochar a otras regiones lo de: - tu te rascas la barriga a costa de mis impuestos o de mi producto, en tu región se construyen carreteras con lo que a nosotros no sustrae el estado central, etc, es decir, la insolidaridad, el aspecto crematístico de la cuestión, cuando precisamente ha sido la mano de obra de esas otras regiones la que en su día levantó vascongadas o cataluña.
    Más grave aún es ver que esos movimientos son alimentados por partes específicas interesadas en demoler la nación española y poner a las personas unas contra otras, es un pequeño y desenraizado grupo internacional que siembra la semilla del odio entre las naciones, a buen entendedor...

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  2. No entiendo esta inquina contra el Cristinianismo considerándolo como antiidentitario o antinacional y filosemita, el Imperio Romano tardío cristianizado, la edad media europea o
    el Renacimiento no fueron tiempos para que nuestros amigos los nómadas del desierto del Sinaí encontraran barra libre infinita poniendo las peras a cuarto. Esta pestilencia zog democraticomasónica y mestizadora solo encontrara su final por dos caminos uno es un cataclismo natural y otra es el sentido del compromiso que alcanzaron los mártires del Cristianismo.(Asimismo creo que os percatasteis que lo de civilización judeocristiana es otra nauseabunda impostura de la pandilla de David)

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